Expertos economistas han venido a corroborar estos días en el informe realizado por el Foro Económico Mundial (World Economic Forum; WEF) en conjunto con la Facultad de Salud Pública de Harvard, lo que ya venían tiempo anunciado otros organismos como la Organización Mundial de la Salud (OMS) o la Federación Mundial de la Salud Mental: No invertir dinero en la mejora de la Salud Mental acarrea graves pérdidas económicas para los países.
Ahora son los propios analistas y expertos en economía los que ponen las cifras encima de la mesa y los que llegan a conclusiones como la siguiente: “Si no hay Salud Mental, se frena el progreso”, debido a las pérdidas que estos problemas generan, tanto en términos de discapacidad para las personas que lo sufren directamente, como en términos de repercusiones indirectas generadas a terceras personas (pérdidas de puestos de trabajo, bajas, pensiones de discapacidad, intervenciones costosas, necesidades de cuidado por parte de familiares, otras enfermedades de carácter crónico que se presentan con mayor proporción en este tipo de colectivos…).
Las cifras hablan por sí solas, anunciando que los problemas relacionados con la Salud Mental pueden llegar a suponer un coste 16 billones de dólares en las próximas dos décadas (lo que equivale al 1,3% del PIB mundial), además del sufrimiento que para afectados directos y familiares ocasionan. Pese a la importancia del asunto, organismos como la OMS siguen denunciando el olvido que la Salud Mental sufre a la hora de destinar partidas en las políticas sanitarias.
El mencionado informe ha analizado por primera vez el impacto económico de las cinco enfermedades crónicas más frecuentes, entre las que se encuentran los trastornos mentales (junto con el cáncer, la diabetes, los trastornos cardiovasculares y las enfermedades respiratorias), estimando que el coste acumulado mundial que todos ellos representan para los próximos 20 años es de unos 47 billones, siendo los trastornos mentales los responsables de más del tercio de esta cifra. Ya en el año 2010 el coste de la Salud Mental a nivel mundial (con la Depresión a la cabeza, por ser el trastorno más incapacitante), supuso 5 billones de dólares, previendo un aumento progresivo hasta llegar a los 6 billones de dólares en 2030.
Estos datos llevan a los expertos a concluir que los problemas de Salud Mental se encuentran a la cabeza en cuanto a carga económica se refiere, por encima de otras enfermedades crónicas frecuentes (las enfermedades cardiovasculares, las enfermedades respiratorias crónicas, el cáncer o la diabetes). A ello hay que añadir que las personas afectadas de trastornos mentales padecen en mayor medida que el resto de la población otras enfermedades crónicas añadidas, incrementándose así el gasto total. Y además de los costes directos para el Sistema Sanitario, se estima que en torno a un 40% del gasto total que las enfermedades crónicas generan se derivan, como ya se ha mencionado, de los costes indirectos que llevan asociados (pérdidas de empleo, gastos para los cuidadores…). Tampoco debemos olvidar, que muchos de estos problemas comienzan en la adolescencia, por lo que tienen además una larga vida y repercusión. Las patologías de carácter crónico son además causantes de gran cantidad de muertes (36 millones de muertes anuales), tanto en países desarrollados como en los no desarrollados, y se prevé un aumento hasta los 52 millones a partir del año 2030. La mayoría de los fallecimientos se producen así mismo en población en edad de trabajar.
Klaus Schwab, fundador y presidente ejecutivo del Foro Económico Mundial, ha expresado que «la necesidad de actuar de manera inmediata es crítica para el futuro de la economía mundial». Así mismo Olivier Raynaud, director del departamento de Salud del Foro Económico Mundial, explica que el estudio llevado a cabo “muestra que tanto las familias, como los países y las economías están perdiendo sus años de mayor productividad», y añade que «Las cifras señalan que las enfermedades crónicas tienen el potencial no sólo de quebrar a los sistemas sanitarios, sino también poner el freno a la economía global», afirmaciones que no deben ser pasadas por alto con el fin de establecer mejoras futuras, y más cuando existen datos que demuestran que las enfermedades crónicas se pueden prevenir y reducir.
La OMS ha venido en los últimos tiempos proporcionando recomendaciones y pautas para prevenir la aparición de casos de cáncer, enfermedades cardiovasculares, trastornos respiratorios y diabetes. La promoción de hábitos de vida saludables, entre los que destacan la reducción del consumo de alcohol y tabaco, la realización de ejercicio físico regular y el mantenimiento de una dieta equilibrada, entre otros, han demostrado ser de gran ayuda. En el caso de los Trastornos Mentales, también se han divulgado medidas de prevención. El estudio “Grand Challenges in Global Mental Health” (Grandes Retos de la Salud Mental en el Mundo), publicado por la revista Nature y realizado por expertos de 60 países, apuntó una serie aspectos susceptibles de intervenir: 1) La necesidad de invertir esfuerzos en la identificación de los factores de riesgo y de protección para el desarrollo de la enfermedad mental, 2) La Mejora de las estrategias de prevención y de intervención temprana en este campo, 3) El aumento de la concienciación social, 4) El refuerzo de los recursos humanos destinados a la atención de estas patologías, 5) La implementación de servicios basados en la evidencia científica, y 6) El rediseño urgente de los sistemas sanitarios con el fin de poner los trastornos mentales al mismo nivel que el resto de enfermedades crónicas de forma que se contemple la salud mental como parte indiscutible de un buen estado de Salud General (integrando la salud física y psicológica como un todo a tener en cuenta, otorgando a ambos aspectos un igual grado de importancia en lo que a investigación, formación, intervención y prevención se refiere).
Las conclusiones de los expertos son claras…
Una de las conclusiones fundamentales que de este informe se deriva sería el hecho de que el progreso y desarrollo económico de los países del mundo dependerá de su capacidad para controlar el avance de las enfermedades crónicas, y en especial de los problemas de Salud Mental (por ser estos la principal fuente de gastos). Como explica David Bloom, autor principal del estudio: «Las enfermedades crónicas suponen un desafío que trasciende a los sistemas sanitarios. Los responsables políticos deben entender que estas patologías suponen una amenaza significativa no sólo para los individuos, sino también para el bienestar y el progreso económico de los países». Según Bloom, los gastos previstos son insostenibles y es necesario poner soluciones que involucren a todos los sectores de la sociedad.
El propio texto concluye con la siguiente advertencia: «Los responsables de la política económica están evidentemente preocupados por el crecimiento económico. La evidencia económica presentada en este informe indica que sería ilógico e irresponsable atender al crecimiento económico y al mismo tiempo ignorar las enfermedades crónicas. Las intervenciones en este campo tienen un coste económico indudable. Pero la falta de respuesta supondrá un coste más elevado todavía». Ahora es la misión de los países tomar decisiones al respecto.
*El documento, que lleva por título Global Economic Burden of Non-communicable Diseases (Impacto enconómico mundial de las enfermedades crónicas), puede descargarse verse pinchando en el siguiente enlace: Global Economic Burden of Non-communicable Diseases
Referencia:
Bloom, D.E., Cafiero, E.T., Jané-Llopis, E., Abrahams-Gessel, S., Bloom, L.R., Fathima, S., Feigl, A.B., Gaziano, T., Mowafi, M., Pandya, A., Prettner, K., Rosenberg, L., Seligman, B., Stein, A., & Weinstein, C. (2011). The Global Economic Burden of Non-communicable Diseases. Geneva: World Economic Forum.
Otras entradas relacionadas: