La Conducta o Comportamiento es el objeto de estudio de los psicólogos, pero ¿A qué nos referimos exactamente con el término “Conducta”?
El término Conducta engloba todo aquello que la persona hace, dice, piensa o siente. Es decir, engloba tanto lo motor y observable, como lo cognitivo (encubierto o interno; sólo observable por la propia persona) y también aquellas respuestas que están a medio camino entre lo observable y lo encubierto, como son las emociones y las respuestas fisiológicas, que si bien tienen un componente externo y observable (gestos, muecas…), también tienen una parte difícilmente observable (reacción orgánica acompañante).
Lo Observable y lo Encubierto
Observable y encubierto son adjetivos que ayudan a clasificar las conductas en función del punto de vista de un observador. La única diferencia entre el pensar y el hacer es que mientras lo primero sólo es observable por uno mismo, lo segundo puede ser observado por una audiencia externa. Pero el que algo que hacemos no sea visible al observador (como es el acto de pensar), no quiere decir que aquello sea diferente a cualquier otra conducta o actividad manifiesta. En este sentido, pensar no es más que hablar con nosotros mismos, calcular mentalmente no sería más que una internalización de la conducta de contar con los dedos (paso previo por el que todos pasamos cuando aprendemos a contar). Este es sólo un ejemplo para clarificar cómo tanto lo observable como lo encubierto (lo que ocurre en el interior de la persona, que sólo es observable por él) pertenecen a la misma categoría llamada: Conducta.
Todas las cosas que hacemos para nosotros mismos o ante el resto son Comportamiento. No hay nada que la persona haga, diga, piense, sienta, experimente que no suponga “estar comportándose”. Y puesto que el comportamiento es el objeto de estudio de los psicólogos, todas estas cosas observables y encubiertas, son las que tratamos de explicar.
¿Cómo el psicólogo puede analizar y modificar la conducta?
El psicólogo no puede acceder directamente a lo que la persona hace, experimenta o siente o a lo que se dice a sí misma (lo que está pensando) en determinadas situaciones, por ello, no nos queda más remedio que preguntárselo a la persona (porque cada uno sí es observador de sí mismo). Es cierto que esta información es subjetiva y puede estar distorsionada, pero esta manera de evaluación no sería diferente de la utilizada por un médico cuando acudes a su consulta con una serie de síntomas.
Los médicos estudian síntomas y los psicólogos conductas, pero en ambos casos, hay que recurrir a la información que da la persona, ya sea directamente en el despacho o a través de registros de su propia conducta (que añaden objetividad si son completados cuando aparecen las conductas o los síntomas), pues es ésta la que mejor conoce cómo se encuentra y cómo se comporta.
Una vez identificados los síntomas (en el caso de los médicos) y las conductas problemáticas (en el caso de los psicólogos) seremos nosotros (médicos o psicólogos) los encargados de proporcionar una explicación de por qué se encuentra así (cuál es su problema de salud) o por qué se comporta así (qué función están cumpliendo esas conductas problemáticas y por qué se mantienen pese a generar malestar a la persona). Después, médicos y psicólogos determinarán cuál es la intervención correcta: En el caso de los médicos, la medicación adecuada y en el caso de los psicólogos, la aplicación de unas técnicas o estrategias para promover los cambios en los comportamientos que están siendo problemáticos.
La Conducta como interacción persona-entorno
Paralelamente a la definición de conducta como lo que la persona hace, piensa, dice, siente… nos encontramos con que nada de eso que la persona hace, piensa, dice y siente, ocurre en el vacío, sino en un contexto estimular en el que la persona se desenvuelve.
Las personas no actuamos porque sí, sino ante algo (que evoca esa acción) o para algo (en busca de una consecuencia positiva o para evitar una consecuencia negativa). No reaccionamos porque sí, sino porque aparece algo que elicita esa respuesta (ej. algo nos asusta, nos despierta una sonrisa, o nos hace pensar). No pensamos sobre nada, sino sobre las cosas de nuestro entorno, por lo que estos pensamientos están relacionados con los estímulos de nuestro medio (los evocadores de esos pensamientos, esas cosas que nos “contamos”). De igual modo, lo que pensamos no siempre nos deja indiferentes, sino que la conducta de pensar tiene una consecuencia: bien llevar a cabo una acción subsiguiente al pensamiento (ponerse a realizar la maleta al tiempo que vas pensando lo que tienes que introducir en ella) o bien reaccionar emocionalmente (alegrarse tras pensar en los sucesos positivos del día).

Como vemos, en términos generales lo que una persona realiza en su entorno es lo que denominamos Conducta. El comportamiento de las personas emerge en la interacción de éstas con su medio o contexto estimular y puede ser analizado en un esquema Estímulo antecedente — Respuesta de la persona — Estímulo Consecuente, dando lugar a cadenas de conductas más y más complejas que pueden ser desglosadas para su estudio.
Al analizar los problemas, los psicólogos desglosaremos las cadenas de conducta de las personas, en busca de esos antecedentes y esos consecuentes relacionados con esos comportamientos. Es lo que se llama Análisis Funcional de la Conducta. De igual manera se procederá con todo aquello que es encubierto, pues las reacciones internas y lo que la persona se dice a sí misma, también tiene unos antecedentes y puede tener unas consecuencias.
Para saber más sobre el Análisis Funcional de la Conducta: El Análisis Funcional de la Conducta
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