Después de todo el año esperando, por fin llegan las vacaciones, tan ansiadas como fugaces. Ahora toca aprovechar al máximo estos preciados días, para volver con las pilas cargadas y la sensación de haber disfrutado y DESCONECTADO POR COMPLETO.
1. Cambia de aires: Nuestro entorno habitual se asocia, aún sin quererlo, a las tensiones, estresores, responsabilidades y preocupaciones de las obligaciones cotidianas y eso repercute en nuestro estado emocional. En la medida de lo posible, cambiar de entorno durante las vacaciones facilitará el desconectar de las fuentes de estrés y cambiar, por tanto, nuestro estado de ánimo.
2. Deja las cosas organizadas: Tranquiliza saber que cuando te vas, lo haces dejando cerrados todos los asuntos relevantes, así que utiliza las semanas previas para lograr este objetivo.
3. Desconexión 2.0: Apaga las notificaciones laborales, cierra el ordenador, guarda el móvil de empresa y mantén a raya todo lo que tenga que ver con el trabajo. Se trata de “cambiar el trabajo por otro entorno”, no de “trabajar en otro entorno”. Mientras sigas pendiente de lo que sucede en el trabajo, no terminarás de “soltar carga” y disfrutar realmente. Si no es posible tener una desconexión completa, márcate unos “Work-Time”: Reserva exclusivamente unos minutos al día o a la semana para mirar el correo, hacer llamadas y solucionar todo aquello que sea urgente y el resto del tiempo prohíbete pensar en ello y dedícate a disfrutar.
4. Mantén las preocupaciones a raya: No permitas que los problemas acaparen tu tiempo de vacaciones. Si hay asuntos que resolver y la solución está en tu mano, trata de dejarlo cerrado antes de irte. Si la solución tiene que esperar, mantenlo en “stand-by” hasta que sea el momento de darle solución, de nada sirve darle vueltas si no hay nada que hacer de momento; Y si la solución no está en tu mano, no permitas que esos pensamientos improductivos te impidan relajarte y disfrutar. Ten en cuenta que cuanto más lo pienses, más aparecerán esos pensamientos y más relevante parecerá el asunto.
5. Date un “regalo” (o muchos): Tomate la licencia de darte algunos placeres. No hace falta que sean grandes cosas, a veces la felicidad y el disfrute se encuentra en las cosas más pequeñas y sencillas (Ej. Echarse una siesta, tomarse un helado, dar un paseo por la orilla del mar, darse un automasaje, comprarse ese capricho que llevas tiempo deseando…).
6. Haz actividades agradables: Las vacaciones son buen momento para hacer tus actividades favoritas, sólo o acompañado. Tanto si te gustan las cosas relajadas, como si te gusta la aventura, la playa, la montaña, el turismo urbano, la gastronomía…o eres carne de “festivales” veraniegos… encuéntrale sitio dentro de tus vacaciones. Sentirás que éstas han sido más productivas si logras hacer aquellas cosas que te llenan. Nuestros estados de ánimo dependen de las cosas que hacemos y de con quién las hacemos.
7. Procurar la duración justa: Siempre que se pueda, tratar de que las vacaciones sean lo suficientemente largas para desconectar, pero no tanto que la readaptación a la rutina resulte demasiado costosa. Lo ideal sería poder distribuírselas en varios momentos a lo largo del año, para que la carga anual se haga más llevadera.
Aprender a desconectar debe ser un compromiso propio que a veces requiere esfuerzo y práctica y que no debería estar sólo rescindido a las vacaciones, sino algo a proponernos durante todo el año. Buscar momentos de desconexión y disfrute en el día a día nos hará la vida más agradable y llevadera.
Pingback: Siete claves para desconectar en vacaciones | Miriam Rocha Díaz
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