Todos, o al menos casi todos, conocemos lo que se siente al enamorarnos… Hemos experimentado al menos una vez, o varias, esas “mariposas en el estómago”, eso que llamamos “chispa”… Ahora bien, seguramente también hemos experimentado como esa intensidad inicial, muy ligada a la novedad y al descubrimiento mutuo termina perdiendo algo de intensidad… Esto no es nada malo, sino un proceso natural y bastante comprensible, pues se produce una habituación a nuestra pareja y a las vivencias con ésta. Lo conocido ya no nos resulta tan emocionante como lo novedoso. Imaginaros que todos los días al observar el maravilloso cuadro que elegimos para decorar el salón, reaccionáramos con la misma fascinación como la primera vez que lo vimos en aquella tienda. Inevitablemente, ya no nos impacta tanto, sin embargo, nos sigue gustando. Algo así es lo que pasa con la pareja. Pese al paso del tiempo, el amor perdura y aunque la pasión haya podido perder intensidad, sigue mereciendo la pena nuestra relación, porque ya es mucho más que la atracción y el deseo inicial. Y además podemos hacer cosas para mantener la relación sana y despierta “la llama” del amor y el deseo. De todo lo que está en nuestra mano pretende hablar este post.
Atracción, Pasión, Amor…
Hay que diferenciar entre la atracción y la pasión y lo que entendemos por “Amor”. La atracción se experimenta sobre todo al principio de la relación y está muy ligada a ese proceso de descubrimiento inicial en el que el deseo está mucho más presente, debido a esa novedad; Mientras tanto, el amor, “estar enamorado”, es un fenómeno mucho más amplio y complejo… Es producto de un proceso de conocimiento mutuo a través de una serie de experiencias compartidas, que explican que nuestra pareja ya no sea para nosotros alguien “neutro”, sino una persona que nos despierta sentimientos muy positivos, que quizá ya no sean tan pasionales como en los comienzos, pero seguramente sí más sólidos y estables, pues son producto de una adaptación mutua, un compromiso y una reciprocidad… de un saber ceder, un ponerse en el lugar del otro, un dar y recibir… ¡Es una tarea de valientes y de guerreros! Pues mantener el amor sano y “chispeante” no es tarea fácil, y no es para los que se rinden fácilmente a la primera en que algo se tuerce o para los que no están dispuestos a trabajarlo día tras día.
El amor se construye y se disfruta a diario. El amor, el cariño y la pasión son algo a trabajar… una llama que requiere ser alimentada, y que si se deja a su suerte, se apagará. Por eso, el devenir de una relación no depende tanto de la fuerza o la pasión de sus inicios, sino de las ganas con la que se ha ido construyendo y las ganas con las que se trate de mantener viva y sana.
La clave está en el día a día
Al inicio de la relación muchos detalles y muestras de cariño salen prácticamente de manera automática, pero con el tiempo, sin darnos mucha cuenta, las vamos dejando de hacer. No es cuestión de cambio en los sentimientos, sino más bien de dejadez. Pero precisamente de esas pequeñas cosas se alimenta el amor.
Unas cuantas cosas a tener en cuenta.
Te propongo algunas pautas para que tu relación de pareja sea más satisfactoria y rica.
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