Como personas tenemos derecho a elegir lo que queremos hacer, en qué queremos involucrarnos, qué peticiones asumir y cuáles rechazar… Esto implica asumir nuestra libertad de decir que NO a aquello que no nos interesa, pero sobre todo implica saber ejercer esa libertad cuando realmente lo deseemos. Aquí es donde muchas personas encuentran una traba. Decir NO a otro no siempre es fácil, o no lo es para todos, ni en todas las circunstancias.
Sentirnos en la obligación a decir SI o de acceder a cualquier petición, supone renunciar a nuestras necesidades, deseos e intereses en favor de las del otro. No hay ningún problema en ello si esta renuncia personal responde a una libre elección que se realiza de forma puntual, cuando la situación lo requiere y nosotros realmente lo queremos. Pero se convierte en un problema si siempre priorizamos las necesidades del resto en detrimento de las propias y esa renuncia responde al miedo o la dificultad a decir que no al otro. Detrás de estos miedos y dificultades suelen encontrarse ideas irracionales sobre lo que pensarán o cómo reaccionarán los otros ante nuestras negativas, llegando la persona a preferir renunciar a sus deseos con tal de evitar una posible confrontación o rechazo del otro.
Saber decir que NO es una de las principales habilidades “Asertivas” (Las personas asertivas son aquellas que conocen sus derechos y saben ejercerlos de forma adecuada, sin ser sumisos ni pasarse al extremo agresivo, y respetando los derechos de los demás). Aprender a ejercer el derecho a decir NO cuando deseemos (pudiendo estar disponibles cuando así lo queramos) nos ayudará a sentirnos más dueños de nuestra vida, en lugar de sentir que otros llevan las riendas de nuestras decisiones.
Si siempre decimos sí a todo, nuestro entorno aprende que siempre estamos disponibles y se extrañarán si algún día eso cambia. Este es uno de los principales problemas cuando nos proponemos hacer cambios en nuestra dinámica habitual. El entorno reacciona ante nuestra “novedosa” asertividad y a veces no es bien recibida. No gusta obtener un NO donde antes siempre había un SÍ… pero… ¿Cuál es el coste personal de esos sies? ¿Realmente merece la pena esa atadura?… Merece la pena probar a decir que NO. Normalmente nos encontraremos que el entorno lo respeta (aunque a veces desearían un sí), pero en el caso de que alguien reaccione mal, será cuestión de tiempo que se rehabitúen a esta nueva manera de funcionar.
Hay quien puede resistirse y extrañarse ante nuestro NO. Algunos insistirán, tratarán de convencer e incluso manipular y hacer chantaje emocional. Estas reacciones pueden ser comprensibles (cada cual reacciona a su manera), pero nunca nos deben disuadir de nuestra elección. Los intentos manipulativos son comportamientos con los que se debe aprender a lidiar. Ser capaces de mantener nuestro NO nos reportará a la larga un mayor bienestar, pese a las dificultades iniciales que implica empezar a hacer las cosas de forma distinta.
Aceptar las peticiones de otros debe ser siempre una elección personal realizada libremente y no bajo la atadura de nuestros miedos irracionales, responsabilidades autoimpuestas o presiones de los otros. Ayudar al resto es algo muy gratificante en muchas ocasiones, pero deja de serlo cuando no se realiza de manera genuina, sino por una falta de habilidad para ejercer nuestros deseos e intereses. Lo ideal es aprender a mantener un equilibrio entre nuestros límites y nuestra disponibilidad.
A decir NO se aprende. No es fácil salirse del patrón habitual pero poco a poco puede irse modificando. ¡Todo es empezar! Se trata de mantenerse firme en el NO, sin sucumbir a las presiones o manipulaciones del otro, pero tampoco a nuestros propios miedos (Ej. “Y si se enfada”).
Diez claves para ejercer el derecho a decir NO:
1. Asumir nuestro derecho a decir NO: Todos tenemos derecho a decir NO cuando deseemos con independencia de la reacción del otro.
2. Respetar las negativas de los otros: Debemos aprender a respetar las negativas de los otros, aunque nos duelan o fastidien. Las relaciones sanas son aquellas en las que se respetan los deseos, necesidades y opiniones del otro, pese a no compartirlas.
3. Sólo somos responsables de nuestra actuación: El problema de no aceptar un NO es del que lo recibe y no del que lo da, pues éste simplemente está ejerciendo su derecho. Lo único que está en nuestra mano controlar es el transmitir la negativa de manera adecuada, tratando de que el otro no se sienta herido (aunque esto no siempre se consigue).
4. No cargarse con lo que no es nuestro: No tenemos la responsabilidad de resolver los problemas del otro. Si nosotros no estamos disponibles, el otro deberá buscar otras soluciones que no nos impliquen. A todos nos han dicho que no en algún momento y siempre existen alternativas. No somos los únicos “salvavidas”.
5. Poner nuestros límites al entorno: Enseñar a la gente que no siempre estamos disponibles nos ayudará a romper las ataduras que supone la disponibilidad absoluta.
6. Comprobar las consecuencias reales: Es importante poner a prueba que decir NO no tiene consecuencias tan graves. Nuestra imagen personal y nuestras relaciones no tienen por qué verse deterioradas por negarnos a ciertas cosas, pero la mejor forma de comprobarlo es practicando.
7. Tomar las riendas de nuestras decisiones para fortalecer nuestra seguridad y autoestima: Cuando empecemos a decir No y a darnos prioridad a nosotros mismos nos sentiremos más seguros y a gusto. Sentirnos a expensas de los demás deteriora el autoconcepto, nos debilita y provoca malestar y resentimientos.
8. Frente al chantaje emocional, firmeza y literalidad: Cuando tratan de presionarnos haciéndonos sentir mal, tenemos dos armas: 1) Mantenernos firmes y seguros en nuestro NO, y 2) Atender sólo a la literalidad del mensaje del otro y no a la carga emocional implícita. (Ej. “Yo siempre te ayudo. ¿Cómo puedes dejarme tirado?”). Si no “hacemos nuestro” el ataque implícito, no nos dejaremos llevar por el sentimiento de culpa que el otro pretende generar (Ej. “Es cierto, muchas veces me has ayudado y te lo agradezco mucho”).
9. Ofrecer alternativas si así se deseas: Decir No a una petición concreta no implica que no estemos disponibles en otras ocasiones o que no se puedan plantear alternativas, acuerdos o condiciones para acceder a la petición.
10. Cuidado con las escusas: Una escusa puede facilitar el trago de decir NO, pero se corre el riesgo de tener que ir inventando una tras otra ante la insistencia del interlocutor, además del riesgo a ser pillado. Es mejor ser honestos (siempre y cuando sea posible y se desee dar el motivo real). No obstante, también tenemos derecho a no justificarnos, no dar explicaciones por el NO, o a querer reservar las razones reales. En estos casos se puede pedir al otro simplemente que respete nuestra respuesta y no insista. Aunque los demás puedan querer saber, nosotros decidimos qué queremos contar.
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