Los celos en la relación de pareja

Hablamos de “celos” para referirnos al miedo a perder a la pareja, a ser engañados o rechazados por ésta, a que ésta nos sustituya por otra persona… La respuesta de “Celos” viene caracterizada por pensamientos distorsionados e irracionales acerca de nuestra pareja y nuestra relación, que generan respuestas de temor y ansiedad, y por actuaciones encaminadas a ejercer control sobre las conductas de la pareja, con el objetivo de buscar seguridad y mitigar nuestros miedos.

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De este modo, cuando hablamos de celos no nos estamos refiriendo a una “enfermedad” (aunque a veces parezca profundamente asentado en la naturaleza de la persona y aparentemente incontrolable), sino a una manera de gestionar la relación de pareja que ha sido aprendida. Nos estamos refiriendo a un patrón comportamental (pues se traduce en una serie de pensamientos y comportamientos). Esto quiere decir, que en la medida en que se detecta un problema de celos, podemos aprender a cambiar esa manera nociva de gestionar la relación.

¿En qué consisten los celos?

En un problema de celos podemos encontrar un patrón generalmente conformado por las siguientes respuestas:

  • Respuestas Cognitivas: Pensamientos e interpretaciones irracionales sobre aspectos de la relación de pareja. Por ejemplo, se interpretan de manera distorsionada lo que hace la pareja, aparecen dudas sobre la implicación del otro con relación, se cuestionan y se analizan con suspicacia las intenciones de otras personas hacia nuestra pareja o de nuestra pareja hacia nosotros o hacia otras personas… Cualquier cosa relacionada con la relación puede ser objeto de interpretaciones erróneas y sesgadas, dando lugar a cadenas de pensamietos interminables, que provocan inseguridad, malestar, ansiedad, suspicacia e irritabilidad.
  • Respuestas Psicofisiológicas y emocionales: Los pensamientos e interpretaciones distorsionadas sobre los comportamientos de la pareja generan miedos, inseguridades y nuevas dudas constantes, que incrementan nuestra percepción de amenaza y peligro y desencadenan la respuesta de ansiedad, llevándonos a poner en marcha el tercer componente del “cuadro”: las acciones destinadas al control de la pareja y a calmar nuestros miedos y dudas.
  • Respuestas Motoras: Son todas aquellas acciones que el “celoso” pondría en marcha para tratar de controlar a la pareja, buscar indicios con el fin de confirmar o desmentir sus sospechas, tratar de impedir que se cumplan sus temores infundados… y en definitiva, cualquier conducta que tenga como objetivo la búsqueda de seguridad y la reducción del miedo y la ansiedad que experimenta el celoso. Ejemplo de todo ello sería: Impedir que la pareja vaya a sitios o que vea a ciertas personas con el objetivo de reducir la probabilidad de que pueda ser infiel, limitar sus oportunidades de conocer a otras personas por el miedo a que le puedan atraer más, llamar constantemente a la pareja para confirmar dónde está y con quién, cuestionar todas sus explicaciones, preguntarle constantemente si está a gusto con la relación o si nos sigue queriendo, revisar su móvil y objetos personales…

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El círculo de los celos

Los problemas de celos en la pareja suelen tener un patrón prototípico que explica además su mantenimiento en el tiempo a modo de círculo vicioso que se refuerza a sí mismo: La persona celosa, sin necesidad de que exista un motivo o señal justificada (pues si no existe, la buscará y la generará, percibiéndola como real), teme que su pareja pueda engañarle, serle infiel, abandonarle por otro o sentir atracción por otra persona. Estos temores se manifiestan en forma de ideas e interpretaciones distorsionadas e irracionales. De forma que los comportamientos de la pareja, los motivos por los que hace ciertas cosas, sus idas y venidas, las quedadas con amigos… son explicados en términos alejados de la realidad, y más concretamente, en términos que, por un lado generan dudas (ej. “últimamente hacemos menos cosas juntos, seguro que hay otra persona”) y que por otro lado, vienen a confirmar o a proporcionar datos de las sospechas y temores del celoso (ej. “hoy me ha dicho que ha quedado con su primo, seguro que es porque ha quedado con la persona con la que se está viendo”).

En definitiva, todo es interpretado en términos “celosos” y este tipo de interpretaciones tienen una repercusión directa en el estado de ánimo y en el nivel de activación fisiológica. Cuando pensamos en términos negativos, el efecto directo es sentirnos mal a nivel emocional, por ello, cuando pensamos que nuestra pareja nos puede engañar o dejar, nos sentiremos inseguros, tristes, temerosos y además, probablemente ansiosos e incluso irritables, malhumorados y vigilantes. La posibilidad de perder a la pareja lleva al celoso a estar sobreactivado e hipervigilante, tratando de detectar y atender a cualquier señal que se presente y que pueda ayudar a disipar sus dudas. El problema de este estado es que, además de generar un gran malestar, lleva a no poder disfrutar de la relación de pareja, y lo que es más importante: el que busca, ¡¡encuentra!! y no encuentra porque realmente existan datos fehacientes que confirmen nuestras dudas o sospechas, sino porque cualquier cosa será susceptible de ser interpretada en términos confirmatorios, lo que incrementa el miedo y malestar, haciendo necesario aumentar el nivel de alerta y controlar cada vez más lo que hace la pareja.

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¿Por qué se mantienen los celos?

El círculo vicioso que mantiene los comportamientos celosos funcionaría así: Las interpretaciones distorsionadas llevan al celoso a sentirse mal y a preocuparse. Con el objetivo de reducir estas preocupaciones y mitigar esas dudas pone en marcha conductas de control y de hipervigilancia hacia su pareja con el fin de controlar todo lo que ésta hace y así reducir sus temores. Pero esta estrategia de solución resulta altamente inadecuada, pues aunque pueda suponer un alivio inmediato, mantienen el problema a largo plazo, dado que lo que la pareja hace suele ser nuevamente interpretado en términos distorsionados (y más en ese estado de inseguridad y suspicacia en el que se encuentra el “celoso”), de manera que, en lugar de reducir sus dudas y generarle tranquilidad, mantiene abierta la incertidumbre. El celoso nunca se encontrará totalmente satisfecho con las explicaciones o esta tranquilidad será momentánea, pues SIEMPRE surgirán nuevas dudas, nuevos motivos de temor y nuevas señales que despierten suspicacia. Por ello siempre sentirá que tiene que mantener el control sobre la pareja, elevándose progresivamente ese nivel de control.

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Cuando el “celoso” actúa movido por sus miedos, sus interpretaciones de los hechos son tan distorsionadas que generan un nivel de activación muy elevado y además la atención se dirige selectivamente a aquellos datos que vienen a confirmar sus miedos, pasando muchas veces desapercibidos, o no dándole importancia a otros muchos datos y señales que vendrían a apoyar precisamente lo contrario: que la pareja no tiene ninguna intención de ser infiel ni de poner fin a la relación.

Implicaciones para la relación de pareja

Este problema tiene unas repercusiones para las dos partes de la pareja y para la relación: Por un lado demanda mucha energía y genera mucha ansiedad y malestar en la persona celosa. El “celoso”, pese a que el temor sea infundado, lo vive como algo real, lo que deriva en un gran sufrimiento que explica los intentos de controlar a la pareja en busca de seguridad. Para la pareja, el control al que se ve sometida puede ser cada vez más injustificable y asfixiante, generándole también ansiedad y malestar. No es agradable ser cuestionado y controlado en todo. Observar que nada de lo que hace es suficiente para eliminar las dudas de su pareja, a la que quiere, provoca mucha impotencia, al ver que no puede hacer nada para modificar la situación (aunque eso no es del todo así, como veremos en el siguiente punto).

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Como consecuencia de lo anterior, la relación de pareja también se va deteriorando progresivamente. Los comportamientos celosos introducen modificaciones en lo que era la relación de pareja inicial, alterando progresivamente la dinámica de interacción, lo que puede llevar a que a la otra parte ya no le compense. La pareja ya no parece la misma persona de la que se había enamorado y la relación, lejos de ser satisfactoria, se ha convertido en asfixiante. Finalmente pueden llegar a confirmarse  los temores del celoso: Que la pareja quiera poner fin a la relación por no poder soportar tanto control o no merecerle ya la pena.

¿Qué papel juega cada miembro de la pareja en el problema?

Aunque pueda resultar chocante, la otra parte de la pareja tiene también cierta implicación en el mantenimiento del problema y de las conductas celosas. Por eso, un problema de celos se termina convirtiendo en un problema del que participan ambos miembros de la pareja, cada uno de una forma.

Los intentos de control del celoso no surgen de la maldad o la intención de hacer daño a la pareja, sino del miedo y la inseguridad que genera la posible pérdida del ser querido. Cuando el otro empieza a conocer los celos de su pareja y a ser “víctima” de esos intentos de control (preguntas, puesta de límites…), en un primer momento puede no darles importancia, e incluso hacerle gracia y verlos como una muestra de amor, aviniéndose a ellos para que la pareja esté tranquila, comprenda que no tiene de qué durar y a veces también para evitar conflictos y situaciones tensas. A nivel social tiene mucho calado la idea de que “si siente celos es porque me quiere”. En esta línea, un estudio norteamericano ha demostrado recientemente que más del 33% de las parejas dice sufrir celos y la mitad de los encuestados los consideran una consecuencia inevitable del amor verdadero, aunque en realidad, los celos no son un reflejo directo del cariño, sino del miedo al riesgo de la pérdida, y a la larga pueden generar problemas en la relación y mucho malestar para las partes implicadas.

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Cuando los comportamientos celosos empiezan a aparecer puede pensarse que se trata de una etapa de inseguridad pasajera, pero que en cuanto el compañero comprenda que no tiene nada de lo que temer, todo volverá a su ser. Es por ello que al principio la otra parte puede acceder a darle explicaciones de todo lo que hace, a cogerle el teléfono en todo momento, a dejar de salir con los amigos el fin de semana, a dejar de hablar con una persona que es “objeto de sospecha”, pues además las exigencias empezarán siendo moderadas para irse incrementando poco a poco. Pero una vez se han permitido intentos de control previos, es difícil cortarlos. Cualquier intento posterior de cortar los intentos de control o cualquier negativa a los mismos, puede ser interpretado por como una confirmación de sus temores. Entrando al juego poco a poco es como la otra parte de la pareja contribuye, sin ser su voluntad, al mantenimiento y agravamiento de las conductas celosas, y al verse preso de este control, puede empezar a mentir y ocultar información con el doble fin de que su pareja no lo pase mal, y de evitar disputas. Este es un ejemplo de cómo los celos pueden llevar justo a lo que no se desea.

Podría darse el caso de que ambos miembros fueran celosos y ejercieran conductas de control sobre la pareja. En estos casos la explicación del mantenimiento sería similar, pero ambas partes serían a la vez emisores y receptores de los comportamientos celosos. En estos casos en los que ambas personas tienen un patrón de comportamiento similar podría ser percibido por ellos como el modo normal de estar en pareja, pues es el modo en que han podido aprender a relacionarse en parejas anteriores u observando a parejas cercanas; así mismo, ambos miembros de la pareja funcionan como modelos de conducta para el otro, reforzándose estos patrones de actuación.

Una vez clarificado el problema de celos, no me gustaría cerrar este artículo sin volver a incidir en la idea de que a estar en pareja se aprende. No nacemos siendo celosos. Se puede aprender a ser celosos o se pueden desarrollar celos en una relación puntual. Se puede ser más o menos celoso… Todo ello depende de muchos factores. Pero lo importante es que, en la medida en que esto suponga un problema para la persona o la relación, es posible tratar de solucionarlo y aprender a estar en pareja de una manera más satisfactoria y saludable. Si uno solo no es capaz de controlar los celos, la solución no es pretender remitirlos capando la libertad de la pareja, sino que es posible buscar ayuda profesional.

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*Este post fue publicado originalmente el 2 de Diciembre del 2011: Los celos en la relación de pareja

INFOGRAFÍA CELOS

 

 

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Acerca de Miriam Rocha Díaz

Psicóloga Colegiada: M-24220. Trabajo como psicóloga de Adultos, Adolescentes y Niños en ITEMA (Instituto Terapéutico de Madrid) y soy tutora del Máster en Terapia de Conducta del mismo centro. Para más información, consultar: Datos de Contacto: Teléfono ITEMA (Instituto Terapéutico de Madrid): 914357595 Email Profesional: rochadiaz.m@gmail.com Web ITEMA: http://www.itemadrid.net/ Más datos sobre mi: Licenciada en Psicología por la Universidad Autónoma de Madrid y Máster en Terapia de Conducta en ITEMA (Instituto Terapéutico de Madrid). He colaborado en diferentes líneas de investigación en los Departamentos de Psicología Biológica y de la Salud y Psicología Social de la UAM.
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