Este post trata del amor, del enamoramiento, de la capacidad de amar y de las relaciones de pareja, pero también de los mitos y falsas concepciones articuladas en torno a todo este tema y que condicionan, en gran medida, nuestra manera de pensar en el amor, nuestra forma de vivirlo, nuestra forma de buscarlo y nuestra forma de cultivarlo y mantenerlo vivo en nuestras relaciones.
La cultura occidental lleva siglos cultivando una idea de amor “romántico” muy atractiva que nos pinta la posibilidad de encontrar “medias naranjas”, parejas con las que realmente conectemos y nos invita a pensar que si esa conexión inicial es tan intensa (y de hecho en esos momentos puede serlo), ¿cómo podría fracasar esta relación que ahora sentimos tan perfecta? ¿Cómo podrían diluirse estos sentimientos que ahora sentimos tan intensos hacia el otro? Incluso nos cuesta creer que esa chispa y esa atracción pueda desaparecer. Sin embargo, esta concepción del amor y las relaciones de pareja es tan atractiva como falsa e idealizada. Es una concepción “romántica”, y como bien describe la RAE, “sentimental y soñadora” y no porque una relación de pareja no pueda ser satisfactoria y duradera, sino porque lo ilusorio es pensar que la satisfacción y el amor en la pareja vendrán dados por defecto, creer que la chispa inicial durará siempre, que a nuestra pareja nunca le encontraremos defectos (y que nosotros tampoco los tendremos para el otro), que siempre irá todo sobre la seda y que nunca surgirán problemas ni desencuentros…
La investigación ha demostrado que esa “chispa” inicial tiene una duración limitada y tiene que ver con muchos factores que entran en juego cuando los miembros de la pareja se conocen. Pero eso no condena la relación al fracaso. La atracción y fogosidad inicial serán sustituidos por otro tipo de emociones más moderadas, pero más sólidas y estables hacia nuestra pareja. Estas tendrán menos que ver con la novedad inicial y más que ver con el establecimiento de un mayor compromiso, producto de la convivencia, el desarrollo de la intimidad, la complicidad, la confianza… Llegada esta etapa, la capacidad de adaptación, comunicación y resolución de conflictos entre otras habilidades, serán claves para mantener la relación sana y satisfactoria (ver “Enamorarse a diario”)
La Media Naranja… ¿Un mito?
Uno de los grandes mitos que condicionan la manera occidental de pensar en el amor es el de la “Media Naranja”, también conocido como “Mito de Aristófanes” y que tiene su origen en la Grecia Clásica. Platón en “El Banquete” relata este discurso de Aristófanes en el que explica como al principio de los tiempos, los humanos eran criaturas perfectas compuestas por dos cuerpos unidos entre sí. “Todos los hombres tenían formas redondas, la espalda y los costados colocados en círculo, cuatro brazos, cuatro piernas, dos fisonomías unidas a un cuello circular y perfectamente semejantes, una sola cabeza, que reunía estos dos semblantes opuestos entre sí, dos orejas, dos órganos de la generación, y todo lo demás en esta misma proporción”. Había entonces 3 sexos: el formado por hombre+hombre, el formado por mujer+mujer y el andrógino (hombre+mujer). Los humanos osaron enfrentarse a los dioses ante lo cual Júpiter optó por reducir su fuerza y perfección diseccionándoles en dos mitades. La consecuencia fue que cada parte echaba de menos a su mitad y hacía esfuerzos por encontrarla. “…Y cuando se encontraban ambas, se abrazaban y se unían, llevadas del deseo de entrar en su antigua unidad, con ardor tal que, abrazadas, perecían de hambre e inacción, no queriendo hacer nada la una sin la otra”
Explica Aristófanes que “desde hace tanto tiempo, pues, es el amor de unos a otros innato en los seres humanos y aglutinador de la antigua naturaleza que trata de hacer un sólo individuo de dos (….) cada uno de nosotros es, por lo tanto, una contraseña de otro, al haber quedado seccionados (….) en consecuencia, el anhelo y la persecución de ese todo recibe el nombre de amor (….) nuestra raza sólo podría llegar a ser feliz si lleváramos a su culminación el amor y cada uno encontrara a su propio amado, retornando a su antigua naturaleza”.
¿Qué implicaciones tiene este mito para la concepción del amor?
De este mito se pueden derivar varias ideas erróneas:
- Existe una media naranja con la que encajaremos a la perfección y con la que el amor será siempre intenso y perfecto: Esto es irracional en sí mismo pues no podemos esperar la completa perfección y el completo encaje con el otro, simplemente porque es difícil que nosotros tengamos esa misma perfección que ofrecer. Pero que no sea todo perfecto no quiere decir que las dificultades o diferencias no sean salvables o incluso enriquecedoras. Sólo hay que saber lidiar con ellas. Lejos de que exista una sola pareja perfecta con la que poder ser feliz, existen muchas oportunidades de ser felices. Existen muchas parejas potenciales con las que, si ponemos ambos de nuestra parte, mantener relaciones duraderas, satisfactorias y únicas. Estas parejas podrán durar toda la vida o no, y eso ya dependerá de muchas variables, pero la explicación nunca será que hayamos encontrado o no a nuestra media naranja, sino más probablemente, que hayamos sido capaces de cuidar el amor y la relación.
- Necesitamos de una pareja para ser felices: Este mito lanza la idea de que las personas estamos incompletas y necesitamos de otro para alcanzar la felicidad. Sin embargo, el tener o no pareja es una decisión individual que en nada tiene por qué condicionar nuestro grado de felicidad. Esta decisión dependerá sobre todo de los valores y expectativas vitales de cada persona y de sus habilidades para alcanzar la satisfacción y el bienestar en las diferentes facetas de la vida, tanto si se tiene pareja como si no.
- Sólo soy completo con mi pareja. Estar en pareja supone renunciar a la individualidad: Es cierto que en una relación de pareja ambas partes aportan y pueden llegar a crear un fantástico tándem. Pero eso no debe implicar que cada una de las partes se sienta incompleta sin el otro, ni que no haya espacio para la individualidad y las parcelas de cada uno. En la pareja no necesariamente todo debe ser compartido y en este sentido, la pareja debe ser más que la suma de sus mitades. Debe ser la suma de personas “completas” (de ahí el título de este post). Una pareja es más rica cuando ambos miembros se sienten completos en su individualidad, sin depender del otro o de la relación para ser feliz. Sin duda, aquellas parejas en las que ambos miembros se sienten realizados en las distintas facetas de sus vidas, son más sanas y satisfactorias. Hay que lograr mantener un equilibrio entre la vida en pareja y la individualidad de cada uno. Estudios sobre el tema han revelado que el disponer de tiempo para los hobies, el que existan cosas no compartidas de las que se pueda hablar y con las que nos podamos seguir enriqueciendo mutuamente, el que el otro nos pueda aportar cosas diferentes y el tener nuestros propios espacios de intimidad pueden fortalecer la relación. Cuando cada uno se preocupa por sentirse satisfecho y feliz y no deposita exclusivamente en el otro la responsabilidad de hacerle feliz, la relación será más satisfactoria.
- Nuestro nivel de amor, deseo y compromiso no debería declinar jamás: La idea de la “media naranja” pinta la pareja tan perfecta que es costoso pensar que los niveles de sentimiento e implicación puedan variar en algún momento. En las etapas iniciales a todos nos cuesta pronosticar que pueda ser así, pero de hecho, esto es lo natural y previsible. Ese estado de “chispa” inicial tiene más que ver con la novedad y cocktail hormonal de los comienzos (nuestros circuitos del placer están muy activos en esos primeros momentos, como si de una droga se tratase) que con el verdadero amor y cariño, que se va desarrollando con las experiencias compartidas. El grado de deseo puede fluctuar en una relación por diversos factores, así mismo también puede fluctuar el grado de compromiso e implicación de las partes y variar los sentimientos que tenemos hacia nuestra pareja. La explicación de estas fluctuaciones suele estar en que el devenir de una pareja no se puede dejar al azar ni al destino. Por eso es sumamente inadecuada la idea de que “Estábamos destinados a encontrarnos”. El devenir de una pareja depende en gran medida de las habilidades de sus miembros para adaptarse y resolver conflictos y de la implicación que ambos pongan en cuidar la relación. Si una relación pasa por momentos difíciles habría que analizar las razones de esas dificultades y tratar de darles solución. Si esta tarea excede las capacidades de la pareja siempre es posible acudir a un profesional. A amar y a estar bien en pareja se aprende.
VÍDEO
La media naranja y otros mitos
Publicado originalmente el 13 de septiembre de 2016: ¿Para qué una media naranja…si puedo tenerla completa?
Hola colega como estas? Mi nombre es Fray Martinez, me he leido tu post y la verdad me ha encantado tu manera de abordarlo. Me gustaría saber si estás interesada en una entrevista que quiero hacerte para mi página web. Puedes responder este mensaje dandome tus datos para conactarte. Muchas gracias