Enseñanzas del Deporte para la Vida

Hoy jugaremos a analizar la vida como si fuese un partido del deporte que más nos guste. También puede ser vista como la trayectoria de preparación que requieren los deportes individuales. Veremos cómo lo deportivo puede tener una estrecha similitud con las cuestiones más cotidianas de nuestro día a día.

•  Trayectoria de avance hacia un objetivo: La vida como el deporte son un proceso de avance continuo hacia alcanzar diversos objetivos, superar diversas situaciones y afrontar las experiencias que nos depara el día a día, ya sea en el campo o la pista,  como en la familia, el trabajo, la pareja…

• Proceso con altibajos: No es un camino lineal. La vida está llena de obstáculos y de rachas buenas y malas. No siempre las cosas van rodadas, igual que en el deporte los resultados no son siempre favorables ni se encuentra uno siempre en su mejor etapa.
• Exigencia de preparación y esfuerzo: En la vida hay que prepararse, formarse, adquirir y perfeccionar habilidades, cambiar, esforzarse y persistir para seguir avanzando en cualquiera de nuestros objetivos y metas. En el deporte hay que entrenarse y mantenerse en buena forma física para resultar competitivo y conseguir resultados.

• Mix de competición y cooperación: En ambos casos hay que enfrentarse situaciones mediadas por otras personas. En ocasiones habrá que competir y puede hacerse necesario destacar frente a otras personas u otros equipos, pero en otros muchos casos será importante saber cooperar y formar parte de un grupo de iguales, pues si se hace bien, el resultado será más que la suma de las partes. El trabajo, la familia, la pareja son ámbitos de la vida en los que resulta clave saber “jugar en equipo”, pero al mismo tiempo, mantener la individualidad.
• Siempre es mejor con actitud «positiva»: No siempre las cosas van a ser de nuestro agrado ni van a jugar a nuestro favor, pero siempre serán mejor llevadas si adoptamos una actitud constructiva (Ojo, no se trata de caer en el «optimismo irracional», sino de ser realistas y tomar decisiones). Tenemos dos opciones, recrearnos en nuestras desgracias (o derrotas) o buscar opciones de solución si existen en nuestra mano. Cuando las cosas vayan bien será fácil estar positivos; cuando las cosas vayan mal tendremos un trabajo añadido. La clave: No permitir que las circunstancias nos arrastren. Tomar el control de nuestra conducta.

• Saber relajarse pero no acomodarse: Cierto grado de activación siempre es bueno para una adecuada ejecución. Pero es importante que esa activación no se convierta en ansiedad. La ansiedad no es un enemigo, pero hay que saber gestionarla para que no juegue en nuestra contra. Es importante aprender a manejar las tensiones, las presiones externas y propias y los miedos. Saber relajarnos y gestionar nuestras emociones es importante pero hay que establecer un correcto equilibrio. Tan problemático puede ser la sobreimplicación y la sobreexigencia, como el exceso de relajación, desgana, acomodación, conformismo o la evitación (todo ello según el caso). No podemos relajarnos con la pareja, en nuestro puesto de trabajo, en el cuidado de los hijos, en las responsabilidades familiares, en los entrenamientos, cuando estamos en el campo o en la pista… El deporte y la vida requiere de ocuparnos del día a día.
• Presencia de factores incontrolables: El mejor punto de partida es asumir que en la vida y el deporte siempre habrá cosas que no podamos controlar, que no dependen estrictamente de lo que nosotros hagamos, que consideremos injustas o negativas, que sobrevengan de improviso. A veces el azar o variables externas influyen en el devenir de los acontecimientos…unas veces será para bien y otras será para mal. Cuando es para bien, en nuestras manos estará sacarle el máximo partido y tratar de disfrutar la “buena racha”; cuando es para mal de nada servirá hundirse, frustrarse o anclarse en lo que consideramos injusto o que nos hace desdichados. Habrá que asumir las circunstancias (luchar contra ellas no hará que cambien), y en la medida de lo posible, hacer lo que esté en nuestra mano para tratar de revertir la situación y volver “el marcador a nuestro favor”.
• El valor del núcleo social: El entorno social (familia, amigos, pareja, el equipo, los entrenadores, tus seguidores o aficionados…) constituye una auténtica fortaleza para afrontar la vida o las competiciones. Nos dan energía y fuerza, apoyo y cariño… Nos tranquilizan cuando es necesario y nos ayudan a relativizar los problemas y fracasos. Están ahí para lo bueno, dándonos fuerza y motivación para seguir, pero también para lo malo. Pueden convertirse en nuestros críticos más exigentes, llamándonos la atención sobre nuestros errores y dándonos pistas para seguir mejorando y creciendo.

 La vida y el deporte son algo que hay que «jugar» en el día a día. En la vida no hay un premio o resultado concreto, pero sí nos podemos esforzar por conseguir nuestros pequeños objetivos y metas personales, aprender y disfrutar de ella en la medida de lo posible. Aprender a cuidarnos, favorecer nuestro bienestar y lograr un mejor manejo de nuestras situaciones es un objetivo en sí mismo…