Conducta Alimentaria y Circuitos cerebrales

La noticia que enlazo al final de este artículo da pie a tratar de nuevo el debate sobre qué va antes ¿el huevo o la gallina?, ¿los cambios cerebrales o la conducta?. La noticia versa sobre el descubrimiento de alteraciones en los circuitos dopaminérgicos de personas obesas y anoréxicas, los cuales han sido relacionados con los episodios de pérdida de control con la comida y otras conductas anómalas. Aquí viene el conflicto: Lo que ocurre en el cerebro y sus circuitos no es más que un reflejo de lo que ocurre con nuestro comportamiento, es decir, la conducta es la parte observable, y los cambios cerebrales que operan durante esa conducta son el sustrato bioquímico, un correlato neurológico. Suceden a la vez, pero los cambios en el cerebro no son la causa de esos comportamientos (como se suele pensar), sino algo que va a la par, ya que si no aparecieran en el entorno los estímulos desencadenantes (ej. la comida u otros…), la persona no emitiría ningún comportamiento anómalo, por lo que tampoco se darían a nivel cerebral los cambios correspondientes a esos comportamientos. Por poner un ejemplo: Si no hay ninguna persona con la que desee hablar (estimulo desencadenante), no iniciaré ninguna conversación, por lo que los circuitos neuronales del lenguaje no se activarán. El camino no se da a la inversa, es decir, yo no empiezo a hablar porque mis neuronas “me lo ordenen” sin que haya nadie a la vista, yo decido hablar si aparece en escena alguien al que quiero contar algo, y es entonces cuando pongo en marcha la decisión de hablar y mis circuitos neuronales se ponen en marcha para dar pie a esa conducta.

Del mismo modo que lo que acabamos de comentar, una persona con problemas relacionados con la comida, no se comporta así porque su cerebro se lo “ordene”, sino, más bien porque su cerebro es correlato de una serie de comportamientos que esa persona ha aprendido a realizar con la comida porque cumplen una función para ella: la restricción de alimentos puede buscas el objetivo de no engordar y el comer de manera descontrolada puede perseguir calmar la ansiedad o reportarse un placer muy inmediato con ciertos alimentos. En un momento dado de su historia de vida, la persona habrá comprobado que ciertas conductas le ayudan a lograr un fin y las habrá ido incorporando a su repertorio, favoreciendo de esta manera que ocurran también cambios en su cerebro y que dichos cambios se pongan en marcha cuando se dan esas conductas.

Factores de Vulnerabilidad:

Otra cosa es que hablemos de ciertas características que pueden hacer más fácil que ciertas personas desarrollen problemas de la conducta alimentaria, pero muchos de estos factores de vulnerabilidad habrán sido también desarrollados durante su historia de vida. Por ejemplo, el que una persona sea impulsiva en términos generales se explica porque a lo largo de su vida, esa persona se ha movido principalmente por la búsqueda de la gratificación inmediata y no ha aprendido a aplazar los refuerzos o a tolerar las frustraciones. Podría ser que esa impulsividad se manifieste también en el terreno de la alimentación si para esta persona, la comida es un mecanismo de refuerzo importante. De igual manera, una persona que es muy controladora, (una variable que está bastante presente en personas con problemas de Anorexia) lo es probablemente por factores relacionados con su historia de aprendizaje (ha estado expuesta a otros modelos que se comportaban de manera controladora, ha descubierto que el sentir que las cosas están bajo control le reporta mucho bienestar y tranquilidad…) y esa necesidad de control puede haberse generalizado también al área de la comida, si la persona experimenta una forma muy gratificante de sentir control a través de los comportamientos restrictivos, por ejemplo.

De todos modos, variables como la impulsividad, el perfeccionismo, el control o la rigidez no explican por sí mismos que aparezcan problemas de alimentación, pues no todo el que tiene estas características manifiesta conductas problemáticas con la comida. Estos rasgos indican sólo tendencias generales de comportamiento que pueden ser relativamente frecuentes o características de una persona (lo que habitualmente llamamos “Rasgos de Personalidad”), pero de ninguna manera pueden situarse como causa de ningún problema o situarlos como explicación del mismo; del mismo modo que no se puede atribuir la causa a los circuitos neuronales o a los niveles de dopamina, pues éstos sólo son un correlato del comportamiento (algo que aparece precisamente porque ciertas conductas están presentes en el individuo, sean éstas problemáticas o no, aunque si son problemáticas, es normal pensar que el nivel de neurotransmisores o el grado de activación de algunos circuitos será diferente a lo que se da en personas que no muestran esos comportamientos problemáticos).

Desarrollo del Problema:

Un problema de alimentación se empieza a desarrollar cuando estímulos como la comida, la gordura o la delgadez empiezan a verse en términos positivos o negativos (en función del caso). Si la delgadez se torna algo muy valorado por la persona y  la gordura se convierte en algo que genera mucha aversión y malestar, podría ser que la persona empiece a imponerse dietas y a realizar otras conductas encaminadas a lograr este fin (ej. Realizar mucho ejercicio). La intensidad y la frecuencia de estas conductas dependerá de muchas variables que influirán en el curso que tome el problema, y ahora sí, en este punto, rasgos como la impulsividad, el perfeccionismo o la rigidez, pueden ser variables que influyan en el desarrollo del problema y la intensidad que adquiera (entre otros aspectos importantes como la cantidad de refuerzo que la persona logre con esas conductas, como puede ser el verse más delgada y atractiva, lograr más atención de la gente…).

La noticia que enlazo a continuación trata precisamente este tema que se acaba de exponer: En ella se dice que se han encontrado ciertas alteraciones en los circuitos de dopamina en los obesos y anoréxicos, y que ambos muestran comportamientos anómalos relacionados con la impulsividad, la toma de decisiones. Han encontrado además rasgos bastante frecuentes en la mayoría de los obesos y de los anoréxicos. En la línea de lo tratado, todas estas variables de personalidad y neurocognitivas no pueden identificarse como las causas del problema, sino más bien como variables que influyen y/o forman parte del problema, lo que no es lo mismo. Recordemos que ni todo impulsivo, ni todo perfeccionista, ni todo el que tiene dificultades para tomar decisiones, tiene un trastorno de la alimentación… lo que quiere decir, que hay algo más en la raíz de esos problemas.

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Acerca de Miriam Rocha Díaz

Psicóloga Colegiada: M-24220. Trabajo como psicóloga de Adultos, Adolescentes y Niños en ITEMA (Instituto Terapéutico de Madrid) y soy tutora del Máster en Terapia de Conducta del mismo centro. Para más información, consultar: Datos de Contacto: Teléfono ITEMA (Instituto Terapéutico de Madrid): 914357595 Email Profesional: rochadiaz.m@gmail.com Web ITEMA: http://www.itemadrid.net/ Más datos sobre mi: Licenciada en Psicología por la Universidad Autónoma de Madrid y Máster en Terapia de Conducta en ITEMA (Instituto Terapéutico de Madrid). He colaborado en diferentes líneas de investigación en los Departamentos de Psicología Biológica y de la Salud y Psicología Social de la UAM.
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Una respuesta a Conducta Alimentaria y Circuitos cerebrales

  1. Ana Lombardía dijo:

    Muy buen artículo!!!!!!

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