Nuestros comportamientos puede explicarse según unas leyes básicas: las Leyes del Aprendizaje; cuya existencia ha sido demostrada en el laboratorio a través de diseños experimentales que corroboran cómo aprendemos las personas y animales. Estas leyes son puestas en juego día a día en nuestra vida cotidiana y explican cómo en la interacción de las personas con su medio y con los estímulos del contexto (objetos, personas, animales, características de la situación…) se aprenden determinadas conductas y reacciones que si empiezan a ser repetidas en situaciones similares, pasarán a formar parte del repertorio de conducta de la persona. De esta manera, a través de una primera ejecución y una posterior repetición, una nueva conducta, hasta el momento inexistente en el repertorio de la persona, puede pasar a formar parte de su abanico de comportamientos.
Cuando nacemos disponemos de un conjunto muy reducido de reflejos básicos, a través de los cuales empezamos a explorar y a conocer nuestro mundo estimular. En esa interacción del bebé con el medio, empiezan a aparecer las primeras conductas, que pasarán a ser reforzadas o castigadas en función de las consecuencias que se obtenga a través de ellas. Cuando una conducta obtiene una consecuencia positiva o logra evitar algo negativo (“Refuerzo”) —>, aumenta la probabilidad de que se vuelva a emitir. Por el contrario, cuando una conducta obtiene una consecuencia negativa o pierde algo positivo (“castigo”) —>, se reduce la probabilidad de que se vuelva a emitir. En esta interacción constante de la persona con el medio, se empieza a desarrollar el repertorio básico de conductas de cada persona, que será único y diferente para cada cual, pues estará en función de las experiencias de aprendizaje a las que esa persona haya estado expuesta. Este aprendizaje continúa durante toda la vida de la persona. A lo largo de este transcurso vital, el ambiente cambia y la persona se expone a consecuencias diversas. Como resultado, las conductas de la persona se consolidan, se modifican, algunas se eliminan o se aprenden conductas nuevas que satisfacen y nos permiten adaptarnos a las demandas que nos plantea nuestro entorno.
Detrás de todo este proceso de aprendizaje, consolidación, modificación y eliminación de los comportamientos humanos, están las leyes del aprendizaje que son las que los explican y los hacen posibles. Del mismo modo que las leyes de la física están ahí, nos rodean y ejercen su efecto lo queramos o no, las leyes del aprendizaje también operan favoreciendo o dificultando la adaptación de la persona a su medio.
¿Cuáles son las Leyes del Aprendizaje?
Se trata de leyes asociativas que aluden, por un lado, al modo en que dos estímulos se asocian entre sí de forma que ambos provoquen la misma respuesta (Ej. Si un bebé acostumbra a recibir cariño de su madre, la figura de su madre adquiere la capacidad de generar emociones positivas por asociación al cariño que dispensa) y por otro lado, al modo en que ciertas conductas se asocian a unas consecuencias positivas o negativas (Ej. Si un niño consigue que sus padres le compren un helado a base de montar una pataleta, probablemente recurrirá a dicha conducta cuando vuelva a querer algo de sus padres). El tipo de asociaciones que se producen puede ser muy complejo y puede generalizarse a estímulos y situaciones diferentes, lo que posibilita y explica que la conducta humana pueda ser realmente compleja y elaborada. El lenguaje y nuestra capacidad de observación introducen otros factor de complejidad y riqueza, pues posibilitan el aprendizaje sin experiencia directa, a través de lo que observamos en nuestro entorno, lo que otros nos cuentan o la información que nos llega. No obstante, pese a lo compleja y variada que pueda ser la conducta humana,TODOS los comportamientos responden a las mismas LEYES básicas.
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